Al hilo de una entrada que publiqué hace unas semanas sobre unas prendas de ropa que me había ofrecido la dueña del piso en el que trabajo, un amable lector, cuyo nombre no desvelo porque no me autorizó a hacerlo, me comentó que a él tampoco le parecía ninguna humillación aceptar ropa usada o de otra persona, sobre todo, cuando se tienen esas necesidades.
Pero no solo eso, también me aconsejó que debía ser yo quien se la pidiera porque sería más efectivo y me ganaría su confianza. La verdad es que tuve que pensarlo un poco, pero al final me pareció que tenía razón y un día le dije a la señora que si en algún momento tenía algo de ropa de su hija que no le sirviera por lo que fuera que no se la diera a nadie si era posible, que a a mí me gustaba y, además, la necesitaba. Desde el primer momento me dio la impresión de que le agradaba mi comentario y desde ese día me ha dado algunas prendas más, lo que me ha venido muy bien y ha acabado por quitarme la vergüenza que aún pudiera quedarme
Quiero darle las gracias al lector por su sugerencia y por su ayuda y decirle que su idea ha sido genial.
Estupendo blog!!
ResponderEliminarExcelente! Tu blog me ha encantado
ResponderEliminarCon eso además estabas expresando tu gratitud por su primer ofrecimiento, despejando las dudas que quizá tuvo de haberte ofendido...
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