jueves, 25 de julio de 2019

Imaginación



Hoy voy a contar algo que sucedió hace más o menos un mes y que me produjo una extraña sensación, mezcla de estupor y sorpresa y que provocó que me hiciera a mí misma algunas preguntas.
Como saben todos los que ven este blog, en él figura la dirección de correo electrónico de mi Ama y la mía propia, con la advertencia de que quien quiera puede escribirme para hacer algún comentario, preguntarme algo o exponer alguna opinión. Es frecuente que lo hagan y así, recibo con alguna asiduidad, correos de gente con diversos asuntos.
Hace tres meses más o menos, recibí un correo de un Amo o Dominante, interesándose por algunos aspectos de mi relación. Me gustó su tono y me pareció que era una persona enterada del tema BDSM, de forma que empezamos a intercambiar correos hasta hacerlos casi diarios. Un día, mi Ama le escribió y le ofreció la posibilidad de ejercer cierto dominio sobre mí durante una hora cada día, siempre de manera online. Para mí fue una grata experiencia en la que abordamos algunos asuntos que, usualmente, no trato con mi Ama.
Para una mejor comprensión de lo que estoy comentando aquí, diré que cuando comencé la relación con mi actual Dueña, me obligó a eliminar todos los correos que tuviera de otros Amos, de otros conocidos y, en general todos los relacionados con el BDSM. Pero no sé lo que ha pasado y tampoco sé si alguien tendría alguna explicación. El caso es que hace más o menos un mes estaba intercambiando unos correos con este Dominante al que me estoy refiriendo cuando, no sé cómo,  le mandé un correo que yo misma había enviado a un anterior Amo, hace ya un par de años.
No sé si fue lógico o no, pero esta persona montó en cólera. Es posible que fuese lógico que le sentara como un tiro, pero no me parece de recibo que me dijera todo lo que me dijo. Al fin y al cabo ni era mi Amo ni tenía nada que ver conmigo. Echó mano de la ironía y aunque traté de mostrarle mi asombro por lo que había sucedido, terminó diciéndome que yo no era quien decía que era, que no era esclava, que mi Ama no existía y que, ni siquiera, yo era médico.
Y yo no puedo hacer otra cosa que preguntarme ¿Cómo sabe todo eso? Ni me ha visto jamás, ni ha oído mi voz, ni ha visto a mi Ama ni sabe lo que hago ni dónde trabajo ni absolutamente nada de mí. ¿Es adivino? ¿Por qué trató de humillarme y de negar mi existencia? Admito que podría haber sido razonable terminar el contacto, molestarse por mi error, pero mostrar esa ironía y esa suficiencia, ese querer estar en posesión de la verdad que no era más que su verdad me parece demasiado saber. En fin, eso es lo que quería contar. Algunos son tan listos y tan videntes que saben más de mí que yo misma.
Por cierto, la de la foto no soy yo.