viernes, 17 de agosto de 2018

Un sorprendente cambio




Hace un año, por estas fechas, estaba decidida a abandonar el BDSM y regresar a mi vida anterior, esa que podríamos llamar vainilla o, si se quiere apurar el término, normal, entendiendo por normal lo que hace la mayoría de la gente. Me encontraba aburrida,  hastiada, cansada de llevar un estilo de vida que ya no se parecía a aquel que había compartido durante los últimos años. Necesitaba vivir otras experiencias, volver a disfrutar con la libertad personal y poder elegir salir a dar un paseo cuando me pareciese oportuno, ir al cine, comer en un restaurante o mantener una relación de pareja. Se lo conté a mi Ama y no me puso objeción. Solo me dijo que lo meditara durante quince días y si al final seguía pensando lo mismo, no me pondría ningún inconveniente en darme la libertad.
Hoy, un año después, vuelvo a sentirme feliz en el BDSM. Medité durante esos días y decidí darle al BDSM una nueva oportunidad.
¿Y qué es lo que ha sucedido para hacerme cambiar de opinión tan drásticamente?. Sin duda alguna, la acción de mi Ama. Durante este año me ha llevado a situaciones a las que nunca habría llegado, a hacerme sentir cosas que jamás habría sentido, a profundizar en la relación hasta límites insospechados, a hacerme sentir que ser la esclava de mi Ama es lo mejor que me ha sucedido y que esta vida es la que quiero seguir llevando.
¿Dominación mental? No sé, es posible. ¿Cuidados, cariño, protección? Sin duda. Hemos pasado de un contrato con innumerables cláusulas a otro que no tiene más de media docena de ellas. Y me siento feliz, me siento libre porque hago lo que quiero hacer, porque no me falta nada, porque soy feliz.
Desde aquí, deseo hacer a mi Ama un modesto tributo de respeto y sumisión y asegurarle mi lealtad, mi sometimiento y mi obediencia.

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