viernes, 15 de julio de 2011

Mi primer novio


Mi primer novio se llamaba Carlos. En realidad, no sé si alguna vez fuimos novios o, simplemente, es un recuerdo que me asalta ahora y al que le otorgo esa denominación. Carlos tenía diez años y yo tenía nueve y los dos íbamos juntos al cole en el pueblo.
Yo nunca me había fijado en Carlos, o por lo menos, no lo había hecho con más intensidad que en cualquier otro chico del colegio y supongo que Carlos tampoco se había fijado en mí, más que en cualquier otra niña. Usualmente, en los recreos, los chicos jugaban al futbol y nosotras lo hacíamos a esos juegos de niñas bastante tontos que se estilaban por la época.
Un día, sin embargo, me di cuenta de que Carlos era mucho más guapo que cualquiera de los demás chicos y aunque apenas habíamos cruzado unas pocas palabras durante lo que llevábamos de curso, un día me acerqué a él y le dije que si me podía prestar un boli pues se me había acabado el mío. Lo cierto es que no era verdad pero Carlos rebuiscó en su mochila y me dio un bolígrafo que encontró en algún rincón. Luego, cuando al final de la clase fui a devolvérselo me dijo que me lo quedara y como yo le dijera que no, que en mi casa tenía más, añadió que lo hiciera como un recuerdo suyo.
A partir de ese día, Carlos y yo empezamo a hablar más, a contarnos cosas y a estar juntos en los recreos, aunque de vez en cuando tenía que ir a darle unas cuantas patadas al balón para no llamar la atención de los demás.
Sólo unos días después, una tarde, Carlos me preguntó si podía acompañarme a casa a la salida de clase y yo le dije que bueno, que si quería andar casi un kilómetro, que lo hiciera. Un mes más tarde, su nueva pregunta fue más directa y quiso saber si quería ser su novia. Yo no sabía muy bien lo que era eso. Claro, había visto parejas de novios pero no sabía las obligaciones que comportaba ni si era algo más o menos irreversible. Aun así, le dije que sí y durante todo el resto del curso, Carlos y yo fuimos novios. Incluso, una tarde nos besamos. Estábamos en el campo, en las afueras del pueblo, hablábamos de algo y de pronto, se acercó y juntó sus labios con los míos. Ya no recuerdo lo que pensé pero sí sé que no me pareció nada del otro mundo.
Ese verano, yo me fui a la playa con mi familia y Carlos se fue a otro lado con la suya y ahí terminó nuestro noviazgo.
Nos seguimos viendo durante algunos años pero ya casi no nos decíamos nada y a partir de que me fui con mi familia a vivir a Málaga dejamos de mantener cualquier tipo de contacto.
Esta semana he vuelto a ver a Carlos. Me lo encontré por casualidad en el pueblo cuando daba un paseo. No pude reprimirme y me abracé a él y le di un beso en la mejilla y él me presentó a una chica muy guapa como su mujer y a dos niños pequeños como sus hijos. Hablamos unos minutos y quedamos en vernos algún día antes de que acabase nuestra estancia allí.
Debo confesar que cuando me quedé sola tuve un sentimiento de celos.