miércoles, 28 de agosto de 2013

La gente y el BDSM



Estoy de acuerdo con vainillaosumisa en que revelar que practicas BDSM o, peor aún, que eres una esclava puede depararte enormes perjuicios y contrariedades.  Lo he padecido en carne propia. Como ella, creo que es posible perder un empleo o un amigo pero tan malo como eso es que te tomen por puta, por sádica o por un ser extraño y marginal. Supongo que es porque mucha gente no está capacitada para comprender ni para aceptar formas alternativas de vida o comportamientos diferentes que, sin ser perjudiciales para nadie, están alejados de lo que muchos consideran correcto. Me parece también evidente que a la persona que está fuera de este mundo nuestra actitud ante la vida no sólo puede parecerle rechazable, incluso desde el punto de vista moral, , sino que también le da miedo o envidia que otras personas puedan hacer algo con lo que ellos han soñado sin atreverse o, tal vez, porque tienen unas fantasías que no se corresponden para nada con la realidad del BDSM.
En mi caso personal, practico BDSM porque es mi opción de vida, y lo hago hasta sus últimas consecuencias. No sólo no reniego de ello ni me siento marginada ni culpable de nada, sino que estoy orgullosa de vivir como vivo y de hacer lo que hago.
Evidentemente, no voy por ahí pregonando que soy una esclava ni que practico BDSM pero tampoco lo oculto cuando llega el momento. Claro, sé con quién se puede y con quién no pero si sale la conversación o si alguien se interesa porque ha visto una marca o cualquier otro detalle en mi cuerpo o porque se ha mantenido una conversación sobre el tema, no tengo ningún problema en admitir públicamente mi condición de esclava.

sábado, 3 de agosto de 2013

Perversión



En muchas ocasiones, cuando se habla de BDSM con alguien ajeno al tema, enseguida te das cuenta de que no tiene muy buen concepto de esta práctica. Me ha ocurrido varias veces. Unas, hablando en general del tema y otras, admitiendo mi participación en la práctica en calidad de esclava. Naturalmente, la reacción es diferente cuando saben que soy parte integrante del BDSM que cuando hablo con alguien desde un punto de vista general y sin revelar mi condición de parte sumisa.
Lo más dulce que se oye es que los practicantes del BDSM son unos tíos y unas tías raros, casi excepcionales, mientras que es fácil que lo traten de perversión. Los que practicamos BDSM somos unos pervertidos en general. Si se profundiza un poco más, se descubre que los Dominantes son machistas y maltratadores, las Dóminas lesbianas en su mayoría y las sumisas y esclavas unas zorras, unas guarras y unas degeneradas.
Me pregunto cuál será la razón de que tanta gente piense así. ¿Es por desconocimiento? ¿Es por prejuicio? ¿O se trata de envidia porque les gustaría entrar en nuestro mundo pero no se atreven? Creo que es una mezcla de las tres y, tal vez, de alguna razón más. Quizá se debe también a que nosotros mismos nos encerramos en nuestro mundo, como si lo que hacemos fuese algo prohibido o macabro, como si todo fuera sadismo profundo o sexo aberrante y a que no contamos nuestras prácticas o nuestros sentimientos. Pero es difícil presentarte ante alguien y decirle "Yo soy una esclava y pertenezco a mi Amo". Es curioso ver la cara que ponen.