jueves, 28 de marzo de 2013

El destino



No creo en el destino. No puedo aceptar que la vida de una persona, su fecha de nacimiento, de su muerte, su felicidad o cualquier otra circunstancia esté predestinada de antemano. No puedo creer que un accidente, una guerra o un terremoto estén predestinados.
Sin embargo, a veces hay circunstancias que parecen querer demostrar lo contrario.
Hace ya siete años que empece mi relación con el BDSM. Empecé con un Amo como sumisa y alcance al cabo de un tiempo el grado de esclava con lo que ello comporta. La relación duró cinco años hasta que una grave enfermedad mía me hizo terminar con ella. En las circunstancias en que estaba me era imposible aceptar, por motivos de salud, la mayoría de las prácticas que debe realizar una esclava.
Al cabo de un tiempo, y como consecuencia de la casi total curación de la enfermedad, inicié una nueva relación con un Ama que también se truncó a los pocos meses porque tuve la mala suerte de recaer de la misma enfermedad y tener que someterme a un rígido tratamiento médico y de forma de vida.
Finalmente y hace algo más de un año comencé la que hasta ahora ha sido mi última relación, durante la que he sido una esclava 24/7 con total dedicación, prácticamente sin limites, aunque, naturalmente, consensuada. Esta relación acaba de terminar porque mi Amo ha caído gravemente enfermo y no puede seguir con ella.
Tres relaciones y las tres terminaron por idénticas razones pero, aunque eso da pie para pensar otras cosas, sigo sin creer en la predestinación.
Ahora me encuentro en un periodo intermedio, un periodo de reflexión antes de decidir que camino tomar. Se me abren tres posibilidades. La primera, abandonar definitivamente el BDSM y dedicarme y vivir la vida desde otro punto de vista. Otra, continuar con el Ama a la que mi Señor me cedió, Ama con la que vivo actualmente, aunque no tengo relación de esclava. La última, esperar a ver si surge otra persona con la que poder iniciar un nuevo intento. Desde luego, antes le avisaré de cuáles son mis antecedentes.

domingo, 10 de marzo de 2013

Reflexiones




Me siento en el suelo, en un rincón del cuarto, y me pongo a reflexionar. Se me vienen a la memoria los tiempos en los que me inicié en el BDSM como sumisa, hace ahora siete años, y me parece que es un tiempo de otra vida. Tengo la sensación de que siempre he sido esclava, que nunca he vivido otra vida. Desde entonces, he sido sumisa y esclava y he llegado al lugar más alto (o más bajo, según se mire) al que anhelaba llegar. He sido, soy una esclava total, durante las veinticuatro horas del día, todos los días del año. Una esclava sin más límites que los que reconoce el sentido común. Una esclava que se ha dedicado en cuerpo y alma a servir a su Amo, al que ha terminado convirtiendo en un ser superior o tal vez en una especie de dios, aunque, quizá, sea mejor decir, en mi Dueño, en la persona que ha dirigido mi vida sin dejarme el menor resquicio de libertad, de intimidad, de poder de decisión, el más mínimo derecho en el que ampararme. Me he sentido feliz siendo su perra, su puta, su sierva, su objeto. He intentado satisfacerlo siempre y siempre me he sentido satisfecha.
Hace algo más de dos meses mi Amo me manifestó que le habían diagnosticado una gravísima enfermedad y que no podía continuar con mi adiestramiento. Después de sopesar las posibles consecuencias, decidió cederme a una Ama en quien confiaba plenamente, para que continuara mi adiestramiento hasta que él se recuperase y pudiera volver a hacerse cargo de mí. Durante estos meses he servido a mi Ama sin olvidar a mi Amo. Empecé a escribir un diario en el que le contaba todas mis actividades, mi día a día. En respuesta  él me contestaba, me contaba cosas o, a través del Ama, me daba algunas órdenes y me comunicaba algunas directrices.
Pero hace unos días he vuelto a recibir otra comunicación de mi Amo. Desde su ciudad de origen, donde se está tratando, me decía que el tratamiento no había dado el resultado previsto, que se encontraba mal e insinuaba que su enfermedad no tenía solución. Finalmente, añadía que se veía obligado a abandonar el BDSM para siempre porque ni física ni anímicamente, estaba capacitado para continuar.
Cualquiera puede imaginar como me sentí. No ya por la esclavitud, que eso no importa, sino por su salud, que es lo verdaderamente importante. Sé, aunque no me lo ha dicho, que le gustaría que siguiera con el Ama con la que convivo actualmente, que continuara mi esclavitud sirviéndola a ella. Pero mi angustia actual es no saber nada de él y no poder comunicarme con él; mi obligación, mostrar el mayor respeto a mi Señor y a su familia y quedarme en el lugar en el que merezco estar.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Deseos




Hoy quisiera inundar el mundo con mi llanto, sumirme en el silencio más absoluto, detener el tiempo y hacer que vuelva atrás para tratar de evitar lo que no es evitable. Hoy me retiro a mi rincón y reflexiono en silencio y espero aunque tal vez no haya esperanza. Hoy he vuelto a quedarme sola.