miércoles, 7 de noviembre de 2012

Indignos o estúpidos



Desde mi punto de vista, lo bueno qiue tiene un blog, aparte de ser un excelente vehículo para expresar las propias opiniones sobre cualquier tema concreto o sobre temas generales, es el vínculo que se crea entre el autor del blog y los lectores que lo siguen. Particularmente, me refiero al hecho de que todo el mundo  puede comentar el asunto del que se trate, dar su opinión y establecer un contacto que, en mi opinión es muy positivo.
Es verdad que existen los foros pero en estos el contacto no es entre dos personas, el que escribe y el que lee, sino más bien entre todos los usuarios del foro que debaten sobre un tema.
Siempre suelo responder a todos los comentarios, sean positivos o negativos, no sólo porque así lo exige la cortesía, sino porque de esa forma, yo también puedo replicar al comentario que me han hecho.
Sé que hay muchos blogueros que filtran los comentarios de sus lectores para que, de esta forma, aparezcan sólo los positivos pero a mí eso siempre me ha parecido  falsear la realidad y hacer creer que nadie opina algo distinto o contrario a lo que yo expongo. Tengo que decir que mucha gente me ha aconsejado que lo hiciera, no para no recibir comentarios negativos sino para n recibir insultos. Nunca lo he hecho y es cierto que algunas veces, sobre todo, durante una época, he recibido algunos
Todo esto viene a cuento de los dos últimos comentarios que han llegado a la última entrada de mi blog y que han enviado dos subnormales que, amparados en el anonimato, se dedican a insultarme y a diagnosticar mi supuesta dolencia psicológica sin saber de qué hablan, lo que dicen o el significado de las palabras que emplean. Desde luego, me importa muy poco lo que digan unos individuos que no tienen la dignidad o la valentía o eso que tienen algunos entre las piernas o en el bajo vientre, para insultar a la cara o para preguntar y enterarse primero antes de despotricar sin sentido. Les responderé también a ellos como hago con todo el mundo, pero quiero dejar constancia aquí de que prefiero ser lo que soy a ser una estúpida y una malnacida y de que yo sí tengo el coraje de decir lo que pienso de ellos a la cara y sin ocultarme.